La violencia se encuentra en el extremo final de una gama de castigos que sufren los niños y niñas de manos de sus padres y madres, maestros/as y sistemas de justicia. Muchos sistemas de justicia han eliminado los golpes para sancionar las infracciones de la ley, pero se siguen utilizando golpes para castigar el incumplimiento de las normas escolares o la “mala conducta” en el hogar. Sin embargo, muchos estudiosos/as del comportamiento humano cuestionan la validez de cualquier castigo como herramienta de aprendizaje y recomiendan en cambio sistemas de recompensas para premiar la conducta positiva. Cuando los padres, madres y maestros/as equiparan la “disciplina” con el “castigo” y le suman la violencia, las consecuencias pueden ser catastróficas para los niños y niñas.