En medio de la discusión en el Congreso del expediente legislativo 20.509, convocado por el Ministerio de Seguridad Pública, referente a la reforma a la Ley de Armas y Explosivos, la Fundación PANIAMOR insta a las y los diputados a oír los argumentos de la academia, instituciones estatales y organismos internacionales.
Que en nuestros hogares no haya armas de fuego, por seguridad de nuestras niñas, niños y adolescentes, clama PANIAMOR.
Costa Rica ha sido un país que ha estado siempre a la vanguardia por la solución pacífica de los conflictos entre naciones, grupos y por supuesto, entre personas.
Desde que el 1° de diciembre de 1949 Costa Rica tomó la decisión histórica, valiente y trascendental de abolir el ejército, la Paz es insignia y característica de nuestro pueblo, la cual nos distingue ante el mundo.
Si hacia afuera damos esta imagen esperanzadora para el resto de naciones, aún más dentro de nuestras fronteras, sobre todo, pensando en nuestras niñas, niños y adolescentes, quienes son víctimas de las armas de fuego de distintas maneras.
Como lo muestran los datos del Hospital Nacional de Niños, durante la última década, un promedio de 7 niñas y niños menores de 14 años resultan heridos o muertos por armas de fuego anualmente en Costa Rica.
Y aunque este es el dato duro más alarmante, no es el único que debe ser tomado en cuenta, pues al crecer las niñas, niños y adolescentes en contacto permanente con este tipo de armamento y al ser ellas y ellos testigos de enfrentamientos con estas armas, sufren dos graves daños difíciles de cuantificar: el trauma y la normalización.
“Es preocupante ver cómo el uso de armas de fuego se va incorporando en la vida cotidiana como si fuera una forma válida para resolver los conflictos, al punto que nuestras niñas, niños y adolescentes creen que es lo correcto”, comenta al respecto la directora ejecutiva de Fundación PANIAMOR, Gilda Pacheco.

Es por esto que Paniamor hace replica de lo denunciado por la Organización de Naciones Unidas, que en nuestra región un 65% de los asesinatos se dan por medio de armas de fuego, pero el número es aún mayor en el caso de Costa Rica, llegando al 69%. Es decir, 7 de cada 10 homicidios en nuestro país se dieron con este armamento.
Asimismo, la información recolectada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el año 2009 en su programa ‘Desarmar la Violencia’, indica que, al contrario de ser más seguro defenderse con armas de fuego, es exponer aún más la vida propia y de los seres queridos.
Las personas que intentaron usar un arma de fuego para defenderse de un asalto o robo a mano armada, murieron en una relación 48 veces más alta que quienes no intentaron defenderse del asalto. De todas las veces que se usaron armas para defenderse, en más del 65% de los casos la víctima resultó herida o muerta, muestra el informe del PNUD.
De igual forma, las armas de fuego que se mantienen en las casas para protección, tienen 22 veces mayor probabilidad de matar a un miembro de la familia o a un amigo, que de ser usadas para matar en defensa propia, según investigación de la Academia Americana de Psicología en Niños y Adolescentes (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry – AACAP-).
Por estas razones Fundación PANIAMOR llama a que las diputadas y diputados analicen los múltiples estudios que evidencian los riesgos para niñas, niños y adolescentes relacionados con la mayor tenencia de armas.
Paniamor apela a que las y los legisladores ponderen el espíritu pacifista y conciliador que identifican el ser costarricense a la hora de votar esta reforma a la ley, en que sabemos, prima el objetivo de vivir en una sociedad más segura para nuestras niñas, niños y adolescentes.