San José, Costa Rica | Cada 9 de setiembre, celebramos en Costa Rica el Día Internacional del Niño y la Niña, y así las redes sociales se llenan de fotos mostrando los recuerdos de una época que la mayoría de nosotros atesoramos como una época hermosa, alegre, liviana, divertida, llena de inocencia, juegos y sonrisas.
También las familias, las comunidades y las instituciones planean actividades para celebrar a la generación actual de niñas, niños y adolescentes.
Sin embargo, más allá de las tendencias que intentan generalizar y mitificar la niñez como una etapa de la vida que todas las personas viven en el acogedor y protector abrazo de las familias y de la sociedad entera, este es un día y un mes en el que deberíamos reflexionar críticamente las condiciones que estamos ofreciendo a TODAS las niñas y TODOS los niños para vivir este momento de la vida en la garantía plena de sus derechos y con un acceso igualitario a las oportunidades de desarrollo y de protección para construir sus sueños y esperanzas, desde la certeza plena de su valor y sus potencialidades.
Este año particularmente en el que celebramos el Bicentenario de la Independencia, es un buen momento para hacer una revisión crítica de lo que hemos logrado como país para ampliar las garantías de protección de todas las infancias, pero más aún de lo que siguen siendo nuestras deudas históricas, los desafíos vigentes y los desafíos emergentes.
Sin duda, como país y como sociedad hemos logrado avanzar contundentemente en el fortalecimiento de un marco jurídico, político e institucional que nos ha colocado desde hace muchos años en la vanguardia entre los países del mundo, como un Estado garantista de los derechos de niñas y niños.
Sin embargo, múltiples estudios y los datos que arrojan nuestros sistemas institucionales de información nos demuestran lamentablemente que siguen existiendo niñas, niños y adolescentes que crecen en entornos violentos y llenos de riesgos para su desarrollo y su salud, incluida la salud mental.
Miles de personas menores de edad en nuestro país viven su infancia y su adolescencia con serias privaciones afectivas y materiales, con dificultades de acceso a servicios básicos, con pocas o nulas posibilidades para desarrollar su agencia ciudadana e incluso desconectadas de los avances en las tecnologías de información y comunicación y de los cada vez más anchos corredores y espacios del entorno digital.
Con preocupación sabemos que existen importantes grupos de población de niñas, niños y personas adolescentes que se encuentran cada vez más excluidos de las oportunidades y de lo que debería ser nuestra máxima aspiración como sociedad: su bienestar integral y su desarrollo óptimo.
Tal como lo señalan las observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño (2020) sobre los informes periódicos quinto y sexto combinados de Costa Rica sobre la Convención de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, la aprobación de legislación relativa a los derechos del niño no es suficiente para asegurar la protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes.
Aún más, el Comité recomienda al Estado y su institucionalidad el reforzamiento de medidas y “recursos humanos, técnicos y financieros para aplicar la legislación que establece los derechos del niño en todas las regiones, provincias, cantones y municipios” del país (párr. 7), así como la implementación de medidas urgentes en cuanto a la difusión, capacitación y sensibilización (párr. 15); no discriminación (párr. 17); derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo (párr. 20); violencia contra los niños, en particular malos tratos y descuido (párr. 27); violencia de género y abuso sexual (párr. 29); y niños privados de un entorno familiar (párr. 33).
Son muchos los desafíos que enfrentamos para asegurar que las infancias y las adolescencias de nuestro país, alcancen la altura del bienestar que queremos y debemos asegurar a las personas menores de edad. Es una obligación del Estado, pero también una responsabilidad compartida de la sociedad en su conjunto. ¡Que su protección integral, su desarrollo, su bienestar, su salud y su felicidad es una responsabilidad de todas y todos!
Nelson Mandela decía que “no puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en la que trata a sus niños”. Desde esa poderosa afirmación, podríamos mirarnos al espejo para diagnosticar el país y la sociedad que somos, pero más importante aún, la Patria que queremos ser para las niñas, niños y adolescentes que habitan nuestro país.
Oscar Valverde Cerros
Director Ejecutivo de Fundación PANIAMOR